No esperes un momento de

felicidad, vívelo ahora.


sábado, 11 de diciembre de 2010

Y así fue como el león se enamoró de la oveja...

Durante un buen rato se hizo un silencio sólo roto por el golpeteo de mi corazón, rítmico como el de un tambor, la cadencia desacompasada de nuestras respiraciones y el susurro de nuestros labios mientras se movían de forma sincronizada...
-Ya te echo de menos. 
-No tengo por qué irme. Puedo quedarme...

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